por Marcelo Gullo
La decisión de la Iglesia Católica de designar al Cardenal Jorge Bergoglio como Papa, constituye, sin lugar a dudas, un acontecimiento epocal. Es una decisión extraordinaria tanto, desde el punto de vista religioso como político. Decisión que pone a todo analista de la política internacional frena a la ineludible necesidad de conocer el pensamiento geopolítico profundo del hombre que conducirá los destinos de uno de los más importantes actores del gran tablero de la geopolítica mundial.
Al respecto, la gran novedad histórica es
que, el pensamiento geopolítico del nuevo Gran Timonel de la Barca de
San Pedro encuentra sus raíces, más profundas, en el nacionalismo
popular latinoamericano de Manuel Ugarte [1], José Vasconcelos [2],
Juan Domingo Perón y Alberto Methol Ferré. El pensamiento político de
Jorge Bergoglio se formó, desde su juventud, en la doctrina peronista y,
en la frecuente lectura de los artículos y libros – como él mismo lo
manifestara públicamente en reiteradas ocasiones – del ensayista
montevideano Alberto Methol Ferre.
Conformado de esa manera, el pensamiento geopolítico del Papa Francisco –
tal como él mismo lo expresara cuando era Obispo de Buenos Aires, en
reiteradas ocasiones – gira en torno a la “idea fuerza” de la
construcción de la Unidad de la América del Sur en el marco de un mundo multipolar que logre frenar la “…concepción imperial de la globalización” [3] sostenida por el mundo anglosajón.
El Papa Francisco es perfectamente
consciente de que, en el viejo continente, hace tiempo que Dios ha
muerto, que los templos dejaron de ser los lugares de Fe -para
convertirse en sitios de paso turístico o simples museos- que las únicas
catedrales son los bancos y que, los únicos valores que cuentan son los
que se cotizan en la bolsa de Londres o Frankfurt y de que la única
búsqueda de hombres y mujeres “posmodernos”, es la de un decadente
hedonismo, vendido procazmente como fruto de la “evolución de los
tiempos” cuando, en realidad, se trata de una mera forma de expresión de
la ausencia de valores reales y es fruto de la acción de oscuros
poderes a los que cada vez les cuesta menos dominar a los hombres
“distraídos” de lo esencial y, consecuentemente, cada vez “más
manipulables y carentes de libertad”. De esa apreciación de la realidad,
el Papa Francisco extrae una premisa fundamental que constituye la
piedra angular de todo su pensamiento religioso y geopolítico: en el
siglo XXI “el destino de los pueblos latinoamericanos y el destino de la catolicidad están íntimamente vinculados.” [4]
“Solos no iremos a ninguna parte”
De los numerosos escritos del Cardenal
Jorge Luis Bergoglio el más importante, desde el punto de vista
geopolítico es, sin lugar a dudas, el prólogo que, en abril del año
2005, escribiera para el libro del ensayista uruguayo Guzmán Carriquiry
titulado: “Una apuesta por América Latina”.
Resulta entonces imprescindible analizar y
transcribir las partes más sustanciales de dicho escrito para poder
avizorar los tiempos geopolíticos “ por venir”. Es en dicho prólogo que,
el Cardenal Bergoglio desarrolla explícitamente la idea ugartiana de la
Patria Grande e, implícitamente, la idea peronista de la necesidad de
una tercera posición entre el comunismo totalitario y el capitalismo
salvaje. Al respecto, afirma Bergoglio: “Poco tiempo después del derrumbe
del imperio totalitario del ‘socialismo real’…el resurgido recetario
neoliberal del capitalismo vencedor, alimentado por la utopía del
mercado autorregulado, demostraba también todas sus contradicciones.” [5]
Si es esa, la circunstancia ideológica en
que se desenvuelve la vida de las naciones importa resaltar, según el
Cardenal Bergoglio, también que: “En las próximas dos décadas América
Latina se jugará el protagonismo en las grandes batalla que se perfilan
en el siglo XXI y su lugar en el nuevo orden mundial en ciernes.” [6]
En ese nuevo orden en ciernes -destaca el
Cardenal Bergoglio- la única posibilidad que tienen los países
latinoamericanos de alcanzar el desarrollo económico y la autonomía
política pasa, inevitablemente, por la construcción de una Patria Grande
Latinoamericana. Es por eso que afirma: “Ante todo se trata de
recorrer las vías de la integración hacia la configuración de la Unión
Sudamericana y la Patria Grande Latinoamericana. Solos, separados,
contamos muy poco y no iremos a ninguna parte. Sería callejón sin salida
que nos condenaría como segmentos marginales, empobrecidos y
dependientes de los grandes poderes mundiales.” [7]
El Cardenal Bergoglio continúa su
análisis afirmando que, ante un escenario internacional que se presenta
como dramático, América Latina debe, desde un realismo pragmático –
aunque sin olvidar o traicionar sus ideales y raíces culturales -,
elaborar “un nuevo paradigma de desarrollo autosostenido”. El
pensamiento del Cardenal Bergoglio es un pensamiento basado en el
realismo político y por precisamente por ello importa resaltar que, el
Cardenal Bergoglio es perfectamente consciente del escaso margen de
maniobra que, en el actual escenario internacional, tiene América Latina
para llevar adelante una política tendiente a lograr la Justicia
Social, la Soberanía Política y la Independencia Económica. Es, en tal
sentido que afirma: “América Latina puede y tiene que confrontarse,
desde sus propios intereses e ideales, con las exigencias y retos de la
globalización y los nuevos escenarios de la dramática convivencia
mundial. A la vez, América Latina necesita explorar, con buena dosis de
realismo pragmático – impuesto también por su propia vulnerabilidad y
escasos márgenes de maniobra – nuevos paradigmas de desarrollo que sean
capaces de suscitar una gama programática de acciones, un crecimiento
económico autosostenido, significativo y persistente; un combate contra
la pobreza y por mayor equidad en una región que cuenta con el
lamentable primado de las mayores desigualdades sociales en todo el
planeta.” [8]
Pero, sagazmente, a continuación, advierte Bergoglio: “Nada de sólido y
duradero podrá obtenerse si no viene forjado a través de una vasta
tarea de educación, movilización y participación constructiva de los
pueblos.” [9]
Ni socialismo totalitario ni ultraliberalismo individualista
El Cardenal Bergoglio avanza en su largo
razonamiento geopolítico reafirmando que, el desafió de lograr la Unidad
Política de la Patria Grande y la Justicia Social para sus pueblos, no
podrá, jamás, lograrse ni resucitando anacrónicamente al socialismo
totalitario. ni aceptando la propuesta imperial del ultraliberalismo
individualista: “Los ingentes problemas y desafíos de la realidad
latinoamericana no se pueden afrontar ni resolver reproponiendo viejas
actitudes ideológicas tan anacrónicas como dañinas o propagando
decadentes subproductos culturales del ultraliberalismo individualista y
del hedonismo consumista de la sociedad del espectáculo.” [10]
Las dos caras del colonialismo cultural
Bergoglio culmina su extenso y sesudo
razonamiento geopolítico afirmando que, la solidez cultural de la
América Latina – sin la cual no puede construirse ningún proyecto
político realmente fuerte y realmente liberador de la dependencia- “es un patrimonio sujeto a una fuerte agresión y erosión.” [11]
Para el Cardenal Bergoglio, no cabe duda alguna que, la cultura del gran “pueblo continente” [12]
– que se extiende desde el Río Grande a la Tierra del Fuego -, se
encuentra asediada por dos corrientes del pensamiento débil que
constituyen, en realidad -más allá de los disfraces y las máscaras – las
dos caras de una misma moneda: “el colonialismo cultural de los
imperios.” [13]
En ese sentido, Bergoglio afirma:
“Llama la atención constatar cómo la solidez de la cultura de los
pueblos americanos está amenazada y debilitada fundamentalmente por dos
corrientes del pensamiento débil. Una que podríamos llamar la concepción
imperial de la globalización (según la cual), todos los pueblos
deberían fusionarse en una uniformidad que anula la tensión entre las
particularidades…Esta globalización – aclara el Cardenal Bergoglio –
constituye el totalitarismo más peligroso de la posmodernidad…La otra
corriente amenazante es la que, en jerga cotidiana, podríamos llamar el
‘progresismo adolescente’. Este ´progresismo adolescente` configura el
colonialismo cultural de los imperios y tiene relación con una
concepción de la laicidad del Estado que más bien es laicismo militante.
Estas dos posturas – continua el Cardenal Bergoglio – constituyen insidias antipopulares, antinacionales, antilatinoamericanas, aunque se disfracen, a veces, con máscaras progresistas.” [14]
Notas:
[1] Manuel Ugarte afirma en su obra, “El porvenir de la América Española”, los siguientes conceptos: “Contemplemos
el mapa de la América Latina. Lo que primero resalta a los ojos es el
contraste entre la unidad de los anglosajones, reunidos con toda la
autonomía que implica un régimen eminentemente federal, bajo una sola
bandera, en una nación única, y el desmigajamiento de los latinos,
fraccionados en veinte naciones, unas veces indiferentes entre sí y
otras hostiles. Ante la tela pintada que representa el Nuevo Mundo es
imposible evitar la comparación. Si la América del Norte, después del
empuje de 1775, hubiera sancionado la dispersión de sus fragmentos para
formar repúblicas independientes; si Georgia, Maryland, Rhode Island,
Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Nueva Hampshire, Maine, Carolina
del Norte, Carolina del Sur y Pennsilvania se hubieran erigido en
naciones autónomas ¿comprobaríamos el progreso inverosímil que es la
distintiva de los yanquis? Lo que lo ha facilitado es la unión de las
trece jurisdicciones coloniales que se separaron de Inglaterra,
jurisdicciones que estaban lejos de presentar la homogeneidad que
advertimos entre las que se separaron de España. Este, es el punto de
arranque de la superioridad anglosajona, en el Nuevo Mundo. A pesar de
la Guerra de Secesión el interés supremo se sobrepuso, en el Norte, a
las conveniencias regionales y un pueblo entero se lanzó al asalto de
las cimas, mientras en el Sur, subdividíamos el esfuerzo deslumbrados
por apetitos y libertades teóricas que nos tenían que adormecer”. UGARTE, Manuel, El porvenir de la América Española, Valencia, Ed. F Sempere, 1911, p 110.
[2] Significativamente José Vasconcelos en 1923 en ocasión del discurso
que pronunció en la Facultad de Humanidades de Santiago de Chile, el
día en que se le concedió el grado de profesor honorario, sostuvo:“Yo veo la bandera iberoamericana flotando una misma en el Brasil y en Méjico, en el Perú y la Argentina,
en Chile y el Ecuador, y me siento en esta Universidad de Santiago, tan
cargado de responsabilidades con el presente, como si aquí mismo
hubiera pasado todos mis años.” Claridad, Lima, Año 1, n°. 1, mayo, 1923, p. 2.
[3].
BERGOGLIO, Jorge, prólogo del libro Una apuesta por América Latina de
Guzmán Carriquiry, Bs. As, Ed. Sudamericana, 2005, p. 10.
[12]. El concepto de “pueblo continente” fue
expresado, por primera vez, por el pensador peruano Antenor Orrego – de
enorme cercanía, política e intelectual con el gran líder político
Víctor Raúl Haya de la Torre. “De París a Berlín o a Londres, -afirma Antenor Orrego-
hay más distancia sicológica que de México a Buenos Aires, y hay más
extensión histórica, política y etnológica que entre el Río Bravo y el
Cabo de Hornos. Mientras en Europa, la frontera es , hasta cierto punto,
natural, porque obedece a un determinado sistema orgánico y biológico,
en América Latina es una simple convención jurídica, una mera
delimitación caprichosa que no se ajusta ni a las conveniencias y
necesidades políticas, ni a las realidades espirituales y económicas de
los Estados. Mientras en Europa, con frecuencia, los pueblos originan y
construyen los Estados, en América, el pueblo es una gran unidad y los
Estados son meras circunscripciones artificiales. Mientras pueblo y
Estado en Europa son casi sinónimos porque hacen referencia a las mismas
realidades, porque éste es la traducción política y jurídica del estado
económico, físico y anímico de aquel, en América latina pueblo y
Estado tienen un sentido diferente y, a veces, hasta antagónico, porque
Estado es una simple delimitación o convención que no designa una
parcela substancial de la realidad…Las diferencias entre los pueblos de
Indoamérica son tan mínimas y tenues que no logran nunca constituir
individualidades separadas, como en el Viejo Mundo. De norte a sur los
hombres tienen el mismo pulso y la misma acentuación vitales.
Constituyen en realidad, un solo pueblo unitario de carácter típico,
específico, general y ecuménico…Somos, pues, los indoamericanos, el
primer PUEBLO-CONTINENTE de la historia y nuestro patriotismo y
nacionalismo tienen que ser un patriotismo y un nacionalismo
continentales.” ORREGO, Antenor, Pueblo Continente. Ensayos para una
interpretación de la América Latina, Buenos Aires, Ed. Continente,
1957, págs. 73 a 75
Marcelo Gullo es Doctor en Ciencia
Política por la Universidad del Salvador, Profesor de Política Exterior
Argentina en la Universidad Nacional de Lanús – UNLA (marcelogullo2003@yahoo.com.ar).
http://paginatransversal.wordpress.com/2014/09/30/el-pensamiento-geopolitico-del-papa-francisco/
Nenhum comentário:
Postar um comentário