Aunque términos tales como
‘liberación’, ‘emancipación’ o ‘nirvana’ (cesación) podrían tomarse como
simples negaciones de otra cosa, es decir, como conceptos desprovistos en sí
mismos de todo carácter positivo o constructivo, no debemos olvidar que dichos términos
son relativos, y que por sí mismos no significan nada.
Es debido a que en nosotros
existe la angustia de sentirnos atrapados entre el nacimiento y la muerte, o entre
lo bueno y lo malo, o entre lo correcto y lo equivocado, que hablamos en
términos de ‘liberarse’, ‘emanciparse’ o ‘entrar en el nirvana’. El lenguaje es
una herramienta tramposa. Nosotros mismos lo creamos e inventamos, a causa de nuestro
deseo de comunicar experiencias; sin embargo, en vez de transmitir de manera
certera aquello que hemos experimentado y sentido, el lenguaje tiende a
confundirnos y acaba haciéndonos tomar el símbolo por la realidad. Por ejemplo,
al hablar de nirvana comenzamos a imaginar que hay una cosa llamada ‘nirvana’,
del mismo modo que hay una cosa llamada ‘mesa’ o ‘libro’.
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