quinta-feira, 6 de fevereiro de 2014

Primates en las reuniones de trabajo


Autor: Pablo Herreros 13 January 2014 
www.somosprimates.com
 
Entre el pueblo asanthi (en Ghana), un taburete de oro es el símbolo de autoridad en la comunidad. El día que pasa a un nuevo líder, este debía conservarlo durante los años del mandato y cuidarlo como uno de sus bienes más preciados. La leyenda cuenta que si lo pierden o es robado el gobernante perderá su poder. Algo similar debe ocurrir en las empresas porque la gente pelea por las posiciones. No dejes que los trajes y corbatas te confundan. Los humanos nos hemos llevado la selva a las reuniones de trabajo y hemos hecho de ellas un ritual. Su función principal no siempre es la puesta en común de ideas sino recordar las posiciones en la escala de mandos.
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La jungla laboral (imagen: Simon Webster / Flickr).

Según un estudio publicado por el Wharton Center for Applied Research, los directivos aseguran que el 44 % de las reuniones a las que acuden no sirven para nada. El experto en coaching Carlos Herreros de las Cuevas cree que muchas de las decisiones que están en el orden del día ya han sido tomadas por el jefe o alfa del grupo «mucho antes de entrar a la sala». Lo que realmente importa en estos encuentros es recordar quién tiene el poder, como en las ceremonias de las tribus.
Algo similar parecen sentir algunos directivos, ya que el lugar donde te sientas alrededor de la mesa de reuniones es un buen indicador. Cuanto más cerca del jefe más poder tienes. Además los asientos están asignados con anterioridad y si es recién llegado, de manera inconsciente, el novato tiene cuidado de no sentarse cerca del jefe porque probablemente ese sitio ya pertenezca a alguien. Sentarse en el asiento de una persona importante sería percibido como un reto a su posición, porque aunque no llevan el nombre sí están repartidos de antemano. En una ocasión, un directivo amigo mío me aseguró que la gente en su empresa corría por los pasillos antes de las reuniones para asegurarse un lugar cerca del director.
Otro de los referentes más apasionantes es poseer una plaza para el automóvil en el aparcamiento de la empresa. Conscientes de que es un indicador de estatus en la organización, los aspirantes compiten por ella como machos cabríos y una vez la consiguen se pueden permitir presumir de su conquista. Mirar el reparto de estos recursos escasos y la ubicación de cada uno da más información que estudiar el organigrama formal.
Los chimpancés y otras especies también desplazan a otros miembros de los lugares que consideran suyos y defienden su ubicación. En primatología lo llamamos suplantación o desplazamiento, y representa una excelente indicador de la dominancia de un individuo sobre otro. Por ejemplo, los babuinos luchan por las hembras, pero también por los lugares de sombra, de mayor visibilidad o por las zonas cercanas al líder. De hecho, nunca verás al macho beta excesivamente alejado del macho alfa. Si un recién llegado o subordinado se acerca demasiado al centro de poder, se la está jugando y puede provocar la agresión de los «hombres del presidente».
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Reunión de chimpancés (imagen: vmiramontes / Flickr).
A la hora de tomar decisiones, también la jerarquía y la dominancia se hacen visibles en las reuniones. El debate es evitado de manera sistemática por los líderes más débiles porque temen que se les vaya de las manos. Si el recién llegado trata de aportar nuevas propuestas, los hombres del jefe se saltarán un fenómeno considerado universal por la antropología: los humanos cooperamos cuando hablamos por turnos. La realidad de algunas empresas es que muchos jefes y otros aliados de la dirección impedirán que los nuevos hablen demasiado y estos serán interrumpidos o mirados con cara de marcianos, como si hubieran violado ciertas normas que no están recogidas por escrito.
Daniel Takahashi, un neurobiólogo de la Universidad de Princeton, grabó las conversaciones entre parejas de monos titís que estaban próximas pero que no se podían ver. Los resultados mostraron que estos primates esperaban una media de cinco segundos para comunicarse y responder a las llamadas del compañero. Se esperaban unos a otros para comunicarse y respetaban el turno, lo que sugiere que deseaban escuchar lo que los compañeros y compañeras querían transmitirles.

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