Dos de los físicos más renombrados buscan entender
la conciencia desde un nuevo paradigma: un substrato seminal que es parte de la
naturaleza misma del universo y que toma coherencia en nuestro cerebro.
El hombre no tiene un cuerpo distinto de su alma.
Aquello que llamamos cuerpo es una porción de alma
percibida por los cinco sentidos
Aquello que llamamos cuerpo es una porción de alma
percibida por los cinco sentidos
-William Blake
El trabajo de algunos físicos sugiere que la
conciencia es parte fundamental de la naturaleza, lo cual confirmaría la
intuición de antiguas religiones como el hinduismo. Stuart Hameroff y Sir Roger
Penrose, dos importantes físicos (especialmente Penrose, considerado uno de los
más brillantes de nuestros tiempos), han publicado un
paper en el que
ahondan sobre una teoría ya esbozada hace unos años y que parece tener una
posible comprobación, ya que recientemente se descubrió que existen
“vibraciones cuánticas al interior de las neuronas”.
La teoría de Hameroff-Penrose se distingue de lo
que comúnmente se cree entre científicos: que la conciencia es un epifenómeno
de la evolución de la materia. A diferencia de una visión dualista o
espiritualista, H. y P. consideran que la conciencia no está separada de la
materia, es intrínsecamente un fenómeno cuántico, lo cuántico es conciencia
entrópica que se organiza:
La conciencia resulta de discretos eventos físicos;
tales eventos han existido desde siempre en el universo como no-cognitivos,
eventos protoconscientes, estos actuando como partes de leyes físicas precisas,
no del todo entendidas. La biología evolucionó como un mecanismo para orquestar
dichos eventos y aliarlos a una actividad neuronal, resultando en momentos
cognitivos conscientes con un significado y por lo tanto un control causal del
comportamiento.
En su teoría de Orch-OR (objective reduction),
Penrose y Hameroff se proponen describir estos eventos discretos que son la
semillas ubicuas, completamente distribuidas por el espacio, de la conciencia
coherente que conocemos a través de nuestros cerebros (el caos es un cauce de
olas de conciencia aún no decodificadas). Esta teoría, vale la pena recalcar,
nos dice que el cerebro está conectado al universo a un nivel cuántico —cerebro
y universo son un mismo proceso en el mar cuántico (la teoría tiene su
contraparte en la filosofía de Alfred North Whitehead).
Evidencia que podría sostener esto proviene de la investigación
de Anirban Bandyopadhyay, quien ha hallado vibraciones cuánticos en los microtúbulos al interior
de las neuronas. Estos microtúbulos son microcomponentes estructurales del
andamiaje celular. Hameroff y Penrose teorizan que “la conciencia se deriva de
vibraciones cuánticas en microtúbulos, polímeros de proteínas en las neuronas,
que gobiernan la función neural y sináptica, y conectan los procesos de
auto-organización del cerebro a una escala fina, ‘estructuras cuánticas
protoconscientes de realidad’.
Nuestro cerebro está formado por estructuras cuánticas
protoconscientes de realidad, micromembranas que funcionan como
transistores de un proceso universal que es la conciencia, que se transmite
como una “realidad”, como un un mundo fenomenológico. Sin duda, un acercamiento
interesante a uno de los grandes misterios de la ciencia moderna que es a su
vez uno de los grandes principios de la religión o del misticismo. Si la
conciencia está embebida en el espacio y ésta se extiende a través del hardware
neuronal —parece cumplirse la noción brahmánica de que somos una forma para que
el universo se conozca o se experimente a sí mismo.
Hameroff
por otro lado ha especulado que cuando una persona tiene una experiencia cercana a
la muerte, cuando el corazón deja de latir, la sangre ya no fluye al cerebro y
los microtúbulos pierden su estado cuántico, pero la información en ellos no se
destruye: es distribuida en el universo. Si el paciente revive, la información
puede regresar a los microtúbulos.
Al morir completamente, la conciencia regresaría al
universo, fundiéndose o quizás tomando un nuevo estado de coherencia, aún
desconocido.
La teoría aquí expuesta es especialmente atractiva
ya que escapa el materialismo y el dualismo inherente a muchas de las teorías
científicas —tiende un puente entre materia e información o materia y mente, y
sugiere que la conciencia (al menos como potencia) es tan vieja como el mundo,
es parte del caldo cuántico de las condiciones del espacio: espejo abierto
entre cerebro y universo.
Twitter del autor: @alepholo
[PsyBlog]Trascrito do blog de Javier Cornejo
http://argentinavorticegeopoliticomundial.blogspot.com.br/2014/02/una-pastilla-para-navegar-en-internet.html
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